El alcalde de la capital de Alemania, Michael Müller, habla con El Papel Periódico de la crisis de la pandemia, de los desafíos de las metrópolis modernas y de la transformación de su ciudad.
—¿Qué ha aprendido de la emergencia del Coronavirus?
En todo el mundo, la pandemia del coronavirus nos ha enfrentado a desafíos que nunca hubiéramos creído posibles. Desde el primer brote de la pandemia, cada día hemos aprendido más sobre el virus y cómo se propaga, y sobre cómo podemos contenerlo. Una lección clave ha sido la importancia de la ciencia y la investigación para superar esta crisis. ¿Quién podría haber imaginado que sería posible desarrollar, probar y lanzar no solo una nueva vacuna, sino varias, en solo diez meses? La crisis ha puesto de relieve y reforzado tanto nuestras fortalezas como nuestros problemas. Por ejemplo, estoy profundamente agradecido por cómo los berlineses han demostrado una gran solidaridad y compromiso, tanto los profesionales de la salud, cuyo trabajo está salvando vidas, como las personas que trabajan en las tiendas minoristas y el transporte público, que sostienen nuestra vida diaria, o los padres haciendo malabares con la doble carga de trabajar desde casa mientras educan a sus hijos en el hogar. Al mismo tiempo, la crisis ha mostrado claramente dónde hay margen de mejora: tenemos que avanzar con más tecnología digital y lugares de trabajo digitales en la administración pública. Hemos acelerado nuestros esfuerzos en esta área.
—Debido a la crisis del Covid-19, usted ha tomado varias decisiones que han tenido un impacto en la vida de las personas y los negocios en los últimos meses. Mirando hacia atrás, ¿hay algo que hubiera hecho de otra manera?
Es cierto que hemos tenido que tomar muchas decisiones desde el comienzo de la pandemia que han causado un impacto directo en la vida de las personas, su rutina diaria y su sustento. En algunos casos, eso también ha significado severas restricciones de los derechos fundamentales. La máxima prioridad para nosotros siempre ha sido proteger la salud de las personas. Con ese fin, tuvimos que mantener las nuevas infecciones bajo control para que el sistema de salud no se viera abrumado. Hasta ahora hemos logrado cumplir ese objetivo, aunque nos hemos acercado a superar la capacidad y mucha gente está trabajando hasta el agotamiento. La dificultad que tuvimos, y aún enfrentamos, es que tenemos que tomar estas decisiones con la información del momento. Pero lo que sabemos sobre el virus y cómo combatirlo cambia constantemente a medida que aprendemos más. Estoy seguro de que hay algunas cosas que hubiéramos hecho de manera diferente si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos ahora.
—Aparte de los efectos de la pandemia, ¿cuál ha sido el desafío más difícil al que ha tenido que enfrentarse como alcalde de Berlín?
El mayor desafío de mi tiempo en el cargo como alcalde, además de lidiar con la pandemia del coronavirus, sería sin duda la crisis de refugiados de 2015 y 2016. En solo unos meses, más de 80.000 personas llegaron a Berlín. En ese entonces no estábamos preparados para lidiar con dar refugio y asistencia a tanta gente en tan poco tiempo. Establecimos refugios de emergencia en antiguas terminales de aeropuertos y gimnasios, y establecimos una nueva oficina estatal para asuntos de refugiados que se encargaría de las solicitudes de asilo. La oficina también dividió las tareas entre diferentes ubicaciones para que las personas pudieran recibir ayuda más rápidamente. Durante este período, los voluntarios y toda la sociedad civil mostraron un compromiso increíble, y hubo una gran cantidad de apoyo de los berlineses que querían ayudar. Hubo algunas ‘iniciativas de bienvenida’ que se convirtieron en organizaciones que todavía existen. Muchos de los voluntarios activos que ayudaron durante la crisis de refugiados volvieron a ser voluntarios cuando se necesitó ayuda debido al Covid-19. Y también hubo refugiados que querían devolver algo a la sociedad.
—¿Cómo se siente ser la primera autoridad de una de las capitales más importantes de Europa?
Estoy contento y agradecido de ser el alcalde de mi ciudad natal y de tener la oportunidad de ayudar a moldear la vida de los berlineses y de los numerosos recién llegados que vienen cada año y quieren quedarse. Como ciudad capital, Berlín recibe naturalmente un escrutinio especial no solo en Alemania, sino en toda Europa. Y, como metrópolis europea, se nos considera cada vez más como pioneros en cuestiones importantes del mañana. Creo que es genial.
—¿Cuál es la mayor diferencia entre las expectativas que tenía antes de su elección y la realidad que encontró cuando asumió el cargo de alcalde?
Antes de convertirme en alcalde, era miembro del gobierno estatal como senador (ministro) de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente, así que sabía en lo que me estaba metiendo. Pero ser jefe de gobierno es, por supuesto, una nueva experiencia. Estás en el centro de atención de los medios en un grado aún mayor, tienes que conciliar los diversos intereses dentro del gobierno, mediar en los conflictos y asumir la responsabilidad final de las decisiones que finalmente se toman. Sin embargo, si no me hubiera gustado hacer todo eso, no me habría postulado para el cargo.
—¿Hay algún inconveniente de ser alcalde de Berlín?
Bueno, por supuesto, a veces te enfrentas a situaciones difíciles y hay crisis que afrontar, como la pandemia actual. Incluso en circunstancias normales, a veces te encuentras en negociaciones difíciles y reuniones largas que no siempre son divertidas. Las numerosas conferencias telefónicas y de video que estamos teniendo debido a la pandemia pueden ser agotadoras y consumir mucho tiempo; prefiero hablar cara a cara con la gente. Pero a duras penas habrá habido un día en el que no me haya alegrado de ir a trabajar. Disfruto se el alcalde de Berlín.
—Hace 30 años, Berlín no era una ciudad muy amigable con los visitantes de otros países. Por ejemplo, era difícil encontrar comerciantes o meseros que hablaran idiomas distintos al alemán, etcétera… ¿Cómo ha evolucionado la ciudad para ser más accesible al turismo y los negocios?
La ciudad ha experimentado una transformación increíble en los últimos 30 años. Hasta entonces, Berlín Occidental era una isla en medio de la RDA. La caída del Muro de Berlín y la Cortina de Hierro abrieron posibilidades completamente nuevas. Con la decisión de trasladar el gobierno y el parlamento a Berlín, con el edificio del Reichstag rediseñado y la Cancillería Federal, la ciudad se convirtió en el centro del poder político en Alemania. El Bundestag alemán atrae a más visitantes que la mayoría de los demás parlamentos del mundo. Desde la reunificación, Berlín se ha transformado en una ciudad abierta y con un atractivo internacional que atrae en particular a jóvenes de todo el mundo. Hoy, Berlín es un bastión de arte contemporáneo, startups y, especialmente, educación superior e investigación. A más tardar en 2006, cuando millones de visitantes de todo el mundo acudieron a la ciudad para la Copa Mundial de Fútbol, cuando multitudes animadas y pacíficas se reunieron en la Fan Mile que se extendía desde la Puerta de Brandenburgo hasta la Columna de la Victoria para animar a los equipos, el mundo entero pudo ver lo que ya sabíamos: Berlín es una ciudad tolerante y abierta al exterior que da la bienvenida a personas de todo el mundo.
—Berlín se ha convertido en una de las ciudades más interesantes del mundo y es elegida como destino por personas de muchos países. ¿Cómo se enfrenta a la creciente población, que requiere vivienda, servicios, movilidad, etc.?
Berlín está creciendo en todos los sentidos. Sin embargo, al mismo tiempo, incluso como metrópoli, Berlín sigue siendo una ciudad compacta de barrios animados por los que es fácil moverse. En ese sentido, refleja nuestras ideas sobre la ciudad del futuro. En mi opinión, una cosa siempre ha caracterizado a Berlín: es una ciudad de oportunidades. Con la formulación de políticas orientadas al bien común, con infraestructura pública, urbanizaciones municipales, innovación económica y una idea de cultura y apertura que resuena en todo el mundo. A pesar del coronavirus, debemos aprovechar las oportunidades que ofrece esta nueva década. Construimos las bases para estas oportunidades con mucho trabajo y prioridades claras. Ahora necesitamos invertir en áreas decisivas, como la vivienda, la infraestructura de transporte y, especialmente, la educación superior y la investigación. Eso pondrá las cosas en el camino correcto para el desarrollo de la ciudad en el futuro.
—La capital alemana tiene mucho que mostrar en cuanto a movilidad multimodal, uso de bicicletas y carros eléctricos, pero algunas voces críticas afirman que no hay suficientes rutas de autobús, que los vagones del U-Bahn [metro] antes de la pandemia estaban abarrotados y que muchas obras viales hacen que el tráfico sea caótico. ¿Qué está haciendo para evitar engrosar la lista de capitales mundiales con tráfico urbano desastroso como Bogotá o París?
Las metrópolis como Berlín son como una lupa, por la forma en que ha cambiado la movilidad y por la enorme importancia del transporte público local. Tenemos la intención de hacer de Berlín una ciudad climáticamente neutra para 2050. Con ese fin, reasignaremos sistemáticamente el espacio de las calles al transporte público, las bicicletas y los peatones. Eso también requerirá una expansión detallada de nuestra red de U-Bahn. A fines del año pasado, abrí una nueva sección del U-Bahn, y proyectos similares deben seguir y seguirán. Nuestra autoridad de transporte BVG está cambiando su flota de autobuses a vehículos eléctricos; la flota estará libre de emisiones para 2030. Al mismo tiempo, el transporte público local debe seguir siendo atractivo y asequible, sobre todo porque hace que las personas se muevan y puedan participar en la vida social y económica. Eso significa que necesitamos enfoques innovadores como el “tiquete de 365 euros”, que permitiría a las personas utilizar los autobuses y trenes de la ciudad durante todo un año por solo un euro al día.
—¿Qué buenas prácticas de otras ciudades de Alemania y del extranjero le gustaría adoptar en Berlín?
El principal desafío para las metrópolis del mundo en la actualidad es gestionar el crecimiento para que sea compatible con un entorno urbano funcional y habitable. En Berlín nos enfrentamos a las mismas preguntas que otras capitales y metrópolis de todo el mundo: ¿cómo podemos ofrecer suficientes viviendas asequibles? ¿Cómo puede tener éxito la transición a otros tipos de movilidad? ¿Cómo están cambiando las tecnologías digitales nuestra ciudad? Al buscar respuestas a estas preguntas, las ciudades pueden aprender mucho unas de otras. Un foro para este tipo de aprendizaje recíproco es Metropolis, la red internacional más grande de capitales y ciudades con más de un millón de habitantes. Tuve el privilegio de ser su presidente y viajé a Bogotá en el contexto de esta cooperación.
—¿Cómo fue su experiencia durante su estadía en Bogotá? ¿Qué fue lo que más le gustó?
Me impresionó mucho una caminata que hice por La Candelaria, considerada la ‘Ciudad Vieja’ más hermosa de América Latina. La mezcla de iglesias, coloridas casas coloniales, calles adoquinadas y arte callejero muy contemporáneo me llamaron realmente la atención. Los artistas callejeros de Bogotá son merecidamente famosos por su creatividad, y la mezcla única de arte y activismo político, y también son una inspiración para Berlín.
—Por favor, háblenos de una decisión que haya tomado como alcalde de la que se sienta orgulloso …
Me complace decir que ha habido muchas decisiones que fueron importantes para mí en los muchos años que he estado en el cargo. Pero si tuviera que elegir solo uno, sería la decisión de convertir a Berlín en líder en investigación e innovación de Alemania. La ciudad se ha beneficiado enormemente del esfuerzo que pusimos para lograr ese objetivo. Vemos eso, por ejemplo, en el desarrollo económico sostenido que ha traído nuevos negocios y nuevos empleos, así como en nuestra reputación como capital del cuidado de la salud, donde la investigación sobre innovación médica está estrechamente ligada al mejor tratamiento posible para los pacientes. En ese contexto, también me complace decir que fueron los investigadores de la Charité de Berlín, el hospital universitario más grande de Europa, los que desarrollaron la primera prueba de diagnóstico de coronavirus del mundo y continúan contribuyendo enormemente a la lucha contra la pandemia.
—¿Qué hace felices a los berlineses?
Si les preguntaras a diez berlineses qué los hace felices, probablemente obtendrás al menos diez respuestas diferentes. La ciudad es tan diversa como su población, y cada uno aquí es libre de ser la persona que quiera ser. Sin embargo, a pesar de toda la diversidad y variedad que caracterizan a la ciudad, también hay mucho que nos une: Berlín es una ciudad basada en la solidaridad y la comunidad. Y especialmente ahora, estoy seguro de que muchas otras personas sienten lo mismo que yo: la gran cantidad de apoyo y preocupación por los demás que hemos visto durante la pandemia nos dice que superaremos esta crisis.
¿… y que los enoja?
Lo que personalmente me enfurece mucho, y probablemente también a mis compañeros berlineses, es la intolerancia y la marginación. Somos una ciudad abierta y colorida. No debería haber lugar en la sociedad para el racismo, la homofobia, el odio, la agitación y la violencia.
—¿Cómo ve a Berlín en, digamos, 10 años?
Estoy seguro de que una vez que termine la pandemia, Berlín se las arreglará para aprovechar los éxitos previos a la crisis. Los lugares visionarios que se centran en la tecnología y los desafíos del futuro reflejan la transformación de Berlín en un motor de innovación. Si no solo queremos hacer frente a los retos de la tecnología digital, sino también dar forma activamente a la sociedad digital del mañana, necesitamos lugares como estos. Son laboratorios que buscan respuestas a los apremiantes problemas del mundo, así como modelos a seguir para la interacción entre la ciencia y la academia, por un lado, y las empresas, por el otro. Ese es el factor de ubicación internacional de Berlín a medida que avanzamos.